VIOLENCIA, AGRESIVIDAD Y ALGUNOS ANTIDOTOS

La violencia en nuestra realidad

La violencia y sus derivados está aumentando en nuestra sociedad y eso nos preocupa a todos. Nos alarmamos de su frecuencia creciente y también por lo difícil que parece resultarle a la sociedad y a sus instituciones el pensar e implementar soluciones realmente eficaces. Frecuentemente se sigue intentando controlar la violencia aumentando la violencia de los castigos, sin considerar la importancia de generar acciones preventivas que puedan interrumpir la escalada de violencia social.

El aumento de la agresividad no es privativo de ninguna clase ni sector social: todos estamos más agresivos en el tránsito, en el fútbol, en la vida de todos los días. Todos estamos quedando sumergidos en una atmósfera cada vez más contaminada con individualismo, competítividad salvaje y vínculos agresivos con los demás. ¿Cómo pensar entonces que nuestros niños permanecerían inmunes y que crecerían como seres solidarios, cordiales y pacíficos?

No sólo ha aumentado la expresión hacia otros de la violencia, también lo ha hecho la violencia dirigida hacia uno mismo. La autoagresividad puede tener diferentes manifestaciones, desde muy evidentes a otras más disfrazadas. Nuestro país ocupa un desgraciado lugar de privilegio entre los países con mayor cantidad de suicidios, y en edades cada vez más tempranas, así como de muertes en accidentes de tránsito que en gran proporción representan acciones autoagresivas.

En este capítulo le dedicamos un apartado al maltrato, situación extrema pero frecuente y a la que no podemos cerrar más los ojos, otro al desarrollo de la agresividad en los niños porque pensamos que es allí donde se puede y debe intervenir para desbaratar la escalada, y finalmente otro a la puesta de límites para tener mejores herramientas para educar a nuestros hijos haciendo de ellos individuos con autoestima, autocontrol y sentido de la responsabilidad.

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