LAS EXPLOSIONES EMOCIONALES

- Idealmente, la puesta de límites debe ser hecha en un buen estado de ánimo. No es necesario estar furiosos ni desesperados. Esto se vuelve más posible si tomamos los "errores" de los niños como eso, exactamente: como errores esperables en todo proceso de aprendizaje, errores que debemos ayudar a que se corrijan. Si por el contrario, interpretamos los errores como actos voluntarios dirigidos en nuestra contra ("me rompió 2 platos", "no me hizo caso", "me trajo malas notas"), reaccionamos emocionalmente de acuerdo a estas interpretaciones y es entonces que nos ponemos furiosos, nos desbordamos y la supuesta "puesta de límites" se transforma en una descarga violenta de nuestras emociones, que pierde de vista objetivos y métodos.

Totalmente nefasta es la costumbre de "dejar pasar" una y otra vez cosas que nos molestan o que consideramos incorrectas. Puede ser una postura activamente permisiva o una actitud cómoda o aun negligente. El problema se complica cuando en la enorme mayoría de los casos, esa persona que no reaccionaba "explota" y descarga todas sus emociones en una crisis de la cual el niño es la víctima.

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