EL DESARROLLO DE LA AGRESIVIDAD

Desde que tenemos memoria escrita, el ser humano se ha preguntado: ¿qué clase de animal somos? Desde diferentes especialidades hemos escuchado diferentes respuestas. Así como algunos han sostenido que el ser humano nace en un estado de pura inocencia y que toda la corrupción proviene de la sociedad, otros han pensado que el hombre es intrínsecamente un animal agresivo. También nos hemos preguntado si, en cuanto a la agresividad o la tendencia violenta, todos nacemos iguales o si hay diferencias entre las personas, las razas y los grupos étnicos.

Respuestas diferentes se han ofrecido desde diferentes ámbitos: filosóficos, religiosos, estudiosos de todas las ramas de la ciencia han trabajado el tema.

De hecho, a fines del siglo XX seguimos muy preocupados por el fenómeno. Nos preocupa el presente y el futuro de nuestras sociedades, en donde la agresividad y la violencia son un ingrediente tristemente cotidiano.

Todos tenemos anécdotas que apuntan a demostrar nos que la agresividad de nuestros niños y jóvenes está muy por encima de lo que querríamos. Las maestras nos han aportado observaciones muy sagaces que vale la pena compartir. Por ejemplo, relatan cómo los juegos tradicionales han desaparecido prácticamente de los recreos y han sido sustituidos por luchas y torneos de artes marciales mal aplicadas. Asimismo, la violencia física ya no es un comportamiento más típico de los varones, sino que las niñas se pegan de la misma manera.

¿Qué hacer? ¿Cómo detener esta triste y preocupante escalada? En primer lugar, no hagamos como el avestruz. Enfrentemos la realidad de que este es un problema de todos, y empecemos por conocer algunas características relevantes del problema.

0 comentarios:

Publicar un comentario