LA PSIQUIATRIA DE NIÑOS Y ADOLESCENTES

¿Qué es?

La Psiquiatría es una especialidad de la medicina. Así como otras disciplinas médicas se ocupan de lo que sucede en los tejidos y en los órganos vitales, la Psiquiatría se ocupa de lo que sucede en los pensamientos, en las emociones y en la conducta de los seres humanos.

Por cierto que esta división es arbitratria ya que no existe por un lado el cuerpo y por otro lado la mente. Los seres humanos funcionamos como un todo, con una interacción permanente entre de "la carne" y "el espíritu".

El psiquiatra de niños y adolescentes, lejos de lo que su título pudiera hacer creer, no se ocupa sólo de la salud mental de los niños y de los adolescentes. ¿Cómo concebirlos como entes aislados separados de su familia y del resto de su entorno? Sería un esfuerzo vano e inútil intentar ayudar aisladamente a los hijos, sin entenderlos como formando parte de una familia y de una sociedad, que están viviendo determinada época que les imprime también características especiales.

¿A qué se dedica?

Con frecuencia, escuchamos esta frase entre la gente:"Los psiquiatras son para los locos", "Este problema es leve, así que no es para psiquiatra". Estos conceptos equivocados tienen su origen en lo que era la psiquiatría en sus orígenes, no en lo que es hoy. La psiquiatría ha acompañado en su evolución a todo el movimiento del concepto salud: la salud no se considera meramente la ausencia de enfermedad, sino el completo bienestar físico, psíquico y social del individuo. (Declaración de la OMS, Alma Ata, 1978)

Del mismo modo, el psiquiatra ya no se ocupa solamente de curar o de aliviar la enfermedad, sino de generar todas aquellas acciones que promuevan la salud mental de los individuos. Es así, que hoy la psiquiatría no sólo se ejerce en los consultorios, sino también en los centros de salud comunitarios, en las escuelas, en todas las instituciones donde hay niños y adolescentes, y aún en los medios de difusión, llevando a la población información necesaria para que los cambios deseados sean posibles. Su presencia también es necesaria al lado de legisladores y políticos a la hora de elaborar leyes y proponer políticas de salud que involucren a niños y adolescentes.

¿Cuándo nos puede ayudar?

Generalmente no dudamos de la oportunidad de consultar a nuestro médico cuando tenemos algún sufrimiento en el cuerpo. Sin embargo no estamos tan seguros cuándo es que tenemos que consultar al profesional en salud mental.

Seguramente si estamos frente a padecimientos muy notorios que resultan una interferencia clara para la vida cotidiana, la decisión surge con mayor facilidad. Si, por ejemplo, nuestro niño entra en pánico a la hora de ir a la escuela, o si deja de comer y adelgaza muchísimo,

o si dice que escucha voces que nadie oye o afirma que ve cosas inexistentes, no dudaríamos en buscar rápidamente ayuda profesional.

Pero hay muchos otros casos en los cuales seguramente nos preguntaremos: ¿valdrá la pena? ¿No quedaré como un/a inepto/a si pregunto estas cosas? La respuesta correcta es: vale la pena permitirse la oportunidad de ser informado, de poder entender y eventualmente cambiar algunas actitudes o posturas. Así como ya no dudamos que vale la pena prevenir enfermedades tales como el tétanos o la viruela, también consideramos que vale la pena prevenir cuando se trata de lograr la salud emocional. Nos alegramos que cada vez sean más las consultas sobre prevención.

Pasos del encuentro entre un psiquiatra y su paciente

¿Qué tiene mi hijo?

El primer objetivo al que debe apuntar el psiquiatra de niños y adolescentes es llegar a un diagnóstico. El proceso diagnóstico requiere tiempo, exploración, conocimientos extensos y profundos y mucha capacidad reflexiva. La herramienta fundamental para un diagnóstico sigue siendo la entrevista con el paciente y con su familia, juntos y/o separados. Si es necesario, se apela a algunos estudios específicos que son realizados por otros técnicos del equipo de Salud Mental: estudio psicológico, evaluación psicomotriz, evaluación pedagógica, evaluación del lenguaje, estudios biológicos, etc.

El diagnóstico no sólo implica decir: "este niño tiene tal cosa". Un diagnóstico global no sólo le pone un nombre a lo que le está pasando al niño, sino que analiza también toda la situación que lo rodea y su entorno.

Poder diagnosticar significa poder entender la situación y poder asentar sobre una base bien segura la recomendación de tratamiento.

Es parte fundamental de la consulta que el técnico y el paciente y su familia se entiendan mutuamente. El diagnóstico debe ser compartido con los padres del niño, en términos que resulten comprensibles. El psiquiatra es un médico y como tal debe ser capaz de explicarle al paciente cómo entiende el padecimiento que lo afecta. El psiquiatra es una persona y como tal debe ser capaz de Éáblar el lenguaje de las personas y comunicarse con

3uien le pide ayuda en términos que puedan ser enten-idos.

Abogamos por el trato digno y respetuoso de quienes consultan al psiquiatra de niños: el paciente y su familia tienen derecho a saber, estar informados y decidir a qué están, en definitiva, dispuestos a exponerse.

¿Cuál es el tratamiento que puede ayudarlo?

Basándonos en ese diagnóstico amplio, que da cuenta de cómo se entendió la situación conflictiva, se elabora una estrategia terapéutica.

La estrategia terapéutica eficaz es aquella que actúa sobre la mayor cantidad posible de factores que están interviniendo en el mantenimiento de la afección o trastorno. Por eso es que muy pocas 'veces se trabaja solamente con el niño. En la enorme mayoría de los casos la orientación a padres y maestros está indicada, siendo esta una poderosa herramienta de cambio .

El trabajo con los padres:

Lo primero que el psiquiatra de niños tiene que hacer es conseguir que los padres entiendan de una manera realista lo que le pasa a su hijo. Si el padre cree equivocadamente que su hijo lo único que busca con sus síntomas es molestarlo o llamarle la atención, estará actuando consecuentemente de manera equivocada, quitándole al niño la oportunidad de recibir el apoyo y la ayuda que necesita. Asimismo, ayudar a los padres a pensar nuevas y mejores maneras de relacionarse con los niños, abrir nuevos y más francos canales de comunicación.enseñarles maneras más eficientes de poner límites, puede generar un clima mucho más apto para el desarrollo normal y armónico de una familia.

Existen otras situaciones en las cuales a los padres se les requiere para tareas mucho más específicas: en ocasiones se transforman en verdaderos co-terapeutas, siguiendo los lincamientos dados por el técnico en la ayuda específica del niño. Este es el caso frecuente de el tratamiento de niños con trastorno obsesivo-compulsivo, por ejemplo.

¿Por qué apelar a una droga y no a un producto "natural"?

Ultimamente se hace un uso equivocado de la palabra "natural". En ocasiones se lo asimila a la idea que si es natural no puede hacer daño y eso es un peligrosísimo error. Los hongos venenosos son naturales y la cocaína tiene un irreprochable origen natural. Muchas veces el rótulo de "natural" nos priva de nuestro derecho a saber qué es realmente lo que estamos ingiriendo, cuánto estamos recibiendo, con qué otras sustancias tiene interacciones negativas, etc.

Un medicamento, con todos sus defectos, está avalado por muchos años de investigaciones. Sabemos la dosis necesaria por kilo de peso, sabemos qué sustancias actúan como antídoto en caso de intoxicación, conocemos con qué otras sustancias no debe combinarse, etc. Es decir, nos ofrece un margen de seguridad que no tiene comparación con la inseguridad que significa no saber a ciencia cierta qué es lo que se está introduciendo en el organismo.