El niño hiperactivo y con déficit atencional

a) Medicación:

El tratamiento incluye diferentes abordajes dependiendo de cada caso, pero es casi inevitable que el primer y fundamental paso terapéutico sea la medicación. Existe una medicación específica para estos casos (metilfenidato) que si bien no es curativo, corrige los síntomas más molestos: aumenta la capacidad de prestar atención y disminuye la hiperactividad y la impulsividad con lo que consecuentemente mejora el rendimiento general y la integración familiar y social del niño.

Esta medicación, como todas, tiene indicaciones y contraindicaciones, por lo que insistimos en que sólo deberá ser prescrita por psiquiatras, luego de una correcta evaluación y haciendo controles periódicos de la misma.

Cuando está indicada, la medicación es un aliado valiosísimo pero, ella sola no lo es todo. Es cierto que pone al niño en mucho mejores condiciones para funcionar de manera adecuada, pero no le enseña estrategias de aprendizaje ni códigos sociales, no remueve todas las consecuencias emocionales existentes, ni tampoco corrige los trastornos psicomotrices y de aprendizaje asociados a ella. Tampoco enseña a padres y maestros los estilos de manejo más adecuados para ayudar a ese niño.

Lo más aconsejable entonces es asociar la medicación con otros tipos de tratamiento que deben incluir al niño y su entorno (padres y maestros).

b) Trabajo individual con el niño:

De acuerdo a cada caso se elegirán las estrategias de tratamiento necesarias y posibles para cada niño. Las más frecuentes y útiles son el entrenamiento en autocontrol, en resolución de problemas y habilidades sociales. Cuando es necesario deben recibir también atención por las consecuencias emocionales que ha determinado el trastorno.

c) Trabajo con los padres:

Típicamente la situación del entorno que rodea a un niño hiperactivo suele ser bastante conflictiva. Si siempre es difícil criar y educar a un hijo, el hacerlo con un hijo hiperactivo plantea dificultades adicionales muy exigentes. El estrés familiar, en estas situaciones, es grande y los padres en algún momento empiezan a pensar, sentir y hacer cosas que, si bien entender, no son el mejor camino para ayudar a su hijo a aprender a controlarse.

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